Como decíamos, todo era lujo dentro del apartamento, que tapizado de mármol daba la sensación de frió. La convido a pasar a la sala, que con unos muebles de estilo Victoriano, en dorado. Ella con su menudo cuerpo, va diminuto pues, se sentó en una felpa roja. La felpa delicada del sofá. Él le ofrece algo de tomar, una copa de champan, y porque no, nunca la ha probado, lo más unas copas de ron barato.
Con las piernas recogidas en el sofá, recibe su copa, es de tono oro lo que burbujea adentro. Hay que brindar por algo, pues por la noche. Empiezan a hablar con la dificultad de siempre. El tipo de chicas que no se abren a una conversación. Ella sólo espera que le haga el amor. //convengamos que es sexo puro. Pero él quiere hablar, mas que revolcarse en la cama.
Tarea difícil el convencer a una nena de catorce años para que hablen de cosas que ella no quiere hablar. Las cosas que hace, por qué esta en la calle, lo que le gusta, lo que no le gusta.
Nada es imposible para el champan francés. Después de la última copa ella ya sonreía alegremente y al finalizar la segunda botella le fluía la lengua con cualquier tema entre carcajadas sonoras.
Si ya son dos de la mañana, aún en la sala. -Sabes no es tanto irnos a acostar, aquí estamos bien. Podemos ir al balcón, a respirar un poco de aire, ahí puedes ver la ciudad.
En efecto todo se ve muy bien, en una madrugada fría. El balcón congela mucho, pero por una vez en la noche no se sintió ella una puta.
Con las piernas recogidas en el sofá, recibe su copa, es de tono oro lo que burbujea adentro. Hay que brindar por algo, pues por la noche. Empiezan a hablar con la dificultad de siempre. El tipo de chicas que no se abren a una conversación. Ella sólo espera que le haga el amor. //convengamos que es sexo puro. Pero él quiere hablar, mas que revolcarse en la cama.
Tarea difícil el convencer a una nena de catorce años para que hablen de cosas que ella no quiere hablar. Las cosas que hace, por qué esta en la calle, lo que le gusta, lo que no le gusta.
Nada es imposible para el champan francés. Después de la última copa ella ya sonreía alegremente y al finalizar la segunda botella le fluía la lengua con cualquier tema entre carcajadas sonoras.
Si ya son dos de la mañana, aún en la sala. -Sabes no es tanto irnos a acostar, aquí estamos bien. Podemos ir al balcón, a respirar un poco de aire, ahí puedes ver la ciudad.
En efecto todo se ve muy bien, en una madrugada fría. El balcón congela mucho, pero por una vez en la noche no se sintió ella una puta.
0 comments:
Post a Comment