Wednesday, April 20, 2011

la pluma del gato azul 25 / llamo una tía para recordar...

Hoy bien temprano a la hora del desayuno llamó una tía materna para preguntar por su pan de levadura, conocido en Guatemala como pan de semana santa, del cual ella siempre ha gozado por parte de mi madre que sigue la tradición de su madre o sea mi abuela QEPD. 

Inevitablemente recordó aquellas ¿vacaciones? de semana santa en el lugar que ella vivió (a la abuela) bueno de echo la conocí en esa casa de madera pintada de blanco en una parcela que quedaba entre Genova Quezaltenango y Caballo Blanco Reu, fue de 1982 hasta 1994, bueno eso no cuenta las vacaciones de noviembre que pasaba con mi madre y hermanos en aquel lugar.

Las anécdotas son varias pero las resumo poniéndolas así: la tradición, que eso fue lo que se convirtió para toda la familia era bajar el sábado santo para ir a comer chicharrones y carne de cerdo, ya que la abuela mataba a un cerdo para tal propósito, mientras que el esposo (QEPD) de una mi tía junto con otro esposo de otra tía que vive en Guatemala de La Asunción se encargaban de llevar las cervezas y licores.

Para que a los niños (as) y patojos (as) o sea mis primos (as) y yo no fuéramos testigos de esa barbarie con el cerdo nos mandaban al río digamos como de once de la mañana a dos de la tarde, ya que el río quedaba como a media cuadra dentro de la misma parcela, en ese tiempo era un río de buen tamaño, en el que se podía nadar, lleno de piedras eso si.

Bueno el resto de mi familia llegaba una semana después de que nosotros con mi madre habíamos aterrizado en ese lugar caluroso para pasar una muy dura semana, con la idea de ir a ayudar a hacer el pan, para ese cometido caminábamos dos kilómetros entre tierra y piedras boludas (por su forma) para llegar a casa de la madre de mi abuela, ahí también vivía su hermana las dos ya descansan en paz. Siempre fue de la misma manera, allá en aquel gran terreno con una casa vieja de piedra nos encontrábamos con una prima de mi madre que llegaba a hacer su pan y los más famosos de batida por llevar mucho huevo batido, la razón es que ahí la tía tenía un horno de leña de más de 50 años de antigüedad.

Al día siguiente era de regresar con los canastos de pan que llegaba a traer el ayudante de la abuela en caballo, a mi a penas si me daban un bolsa pequeña porque yo era muy chico, cuando ya fui más grande y por alguna razón nos atrasábamos con la llegada y ella ya había echo el pan al nomas llegar lo primero que buscaba era el pan de la abuela para robarme uno e irme a comer lejos ese bocado caído del cielo.

Por eso cuando todos se aparecían el sábado nosotros llevábamos tiempo entre el calor y los zancudos, con muchas cosas por hacer como ver las vacas, los cerdos, las gallinas y comer la fruta de temporada al pie del árbol como los mangos, los jocotes marañon, jocote tronador, cuchampera (no sé como decirles de estas frutas tan deliciosas) y de esas noches eternas de sonidos de selva y bichos raros entre culebras, arañas, escorpiones y ratas de campo.

La reunión se hacía al rededor del apaste que es una gran olla de barro enterrada en el suelo donde previamente había hecho un agujero lleno de leña encendida y del cual emanaban los chicharrones listos para ser comido entre tortillas de maíz y limón.

Algunas veces, pocas, la mayoría de la familia llegaba desde el jueves y se iban hasta el domingo, entonces todos dormíamos apretujados en aquella casa de madera blanca con el sudor en pleno, que ni las aguas gaseosas que la abuela vendía, por quedar en cruce de camino, calmaba.

habían siempre dos finales que la mayoría de la familia se regresara ese sábado dejando a la abuela bien -borracha- y nosotros nos quedábamos hasta el domingo (algunas veces) o que todos se quedaran hasta el domingo (que fue lo menos) pero siempre recordamos como la abuela quedaba dormida en la hamaca con sus tragos entre el pecho...

Pensamiento loco: y ahora se pregunta la tía porque ya no nos juntamos como en aquellos años para aquella época, ya todos somos grandes y cada quien jala para donde se le da la regalada gana...

P.D. fue en las primeras vacaciones de 1982 que mi madre todas las tardes de ese noviembre, ya que ella se graduó de maestra, se ponía de necia con los libros de Nerón creo que se llamaba -Nacho- a enseñarme a leer, bueno esos libros fueron los que mi primera seño del kinder en aquel tiempo ya había y era casi que obligatorio eso del kinder me los había pedido... Bien pues un día le dije a ella, mi madre, que por su necedad en la hamaca de estar con aquello de: José tiene un perrito que se llama Nerón y a María le gusta mucho el perro. Había aprendido a leer, y que gracias a eso ahora disfrutaba de las lecturas de la prensa y los libros de poesía                  

1 comments:

Dany... said...

Que hermoso imaginar toda la historia, gracias por compartir parte de tu vida y de la tradición que en diversas formas ha marcado nuestra vida, es curioso que solo recordamos tradiciones de pequeños...

 
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